06
2016
No pienso dejar
que la literatura me dé miedo:
sólo estoy pasando unos apuntes
a limpio, tampoco es tan grave.
Neo-Dadá noise
music.
Remodernist Art.
Flarf poetry.
Fluxus.
Bombillas que no saben
si tienen luz propia,
vellorí de las ovejas negras,
el habla rústica:
casticismo e indeterminación.
Recordar que
John Cage
dijo: «La música
nos convierte
en objetos de arte»,
algo que yo
aún no me he cansado de
repetir:
la soledad en
la poesía española.
«¿Entonces, qué es lo que
hemos decidido?»
Que no hay viento favorable
para quien no sabe adónde va.
El jardinero de la casa de los Salina
escribió una ‘Breve historia del alpinismo’,
«pertenecíamos a aquella clase social donde
la comprensión secreta constituye las cuatro
quintas partes del afecto»,
Lampedusa
Lo cierto es que no hicieron nada
salvo leer ‘Nijinski y la abstracción’
en un jardín descuidado.
Yo no pertenezco, no tengo miedo,
me da demasiado el sol.
Fotografía de William Trost Richards – The Neglected Garden
06
2016
Me está creciendo
el Rio de la Madona de l’Orto,
una calle de Venecia.
Estoy hasta las venas de ver,
en un papel blanco,
palabras
que se han desecho del hombre:
hombro, pobreza, hambre,
obrero, destreza, pereza, muerte
y sol. Estoy cansado, y dolido,
muerto de amor
por la belleza;
lleno de agradecimiento
a tanta
como hay en esta tierra,
en algún momento,
en un lugar
de nuestras lenguas.
Demasiado lleno.
Tengo la sensación
de que me pesa
el culto.
Ortega jamás imaginó cabalmente
la calidad de las circunstancias
que nos esperaban con el tiempo;
se habría asustado del todo;
RTV2;
el Orto, un río
como muy viejo
que se desagua en el Mar Negro;
octubre de 1962,
Kennedy,
La Habana, exterminio,
por teléfono.
Continuaría.
Pero prefiero ser correcto.