Reptiles y aves custodian el paso, el sol musita cantos, serpentean los ojos en la vaguada de un cauce harto codiciado por la mano del hombre.
Cuéntame las nubes y sus sombras, recítame sus nombres y apellidos, ponles sobrenombres y arena; granitos de cuarzo y polen venido del génesis del Turia. Dame tus secretos y yo te confesaré los míos.
Ana Ruibarbo