Comer con los dedos

 

Me cuenten la milonga que me cuenten, pa mí un banquete no merece ese nombre si no comes con los dedos. Por supuesto chupándotelos y rechupeteándotelos tras cada bocao.

Cuanto más pasan los años, más a gusto me siento comportándome como un animal: comer sólo cuando tengo hambre, dormir sólo cuando tengo sueño, prescindir de lo superfluo…

Y, como buen animal social: perder -o ganar- un mínimo de 5 ó 6 horitas al día de charla.

Hace un rato, percibí de pronto un agujero en la tripa como el cráter de un volcán… Fuime a zampar, quedaba medio pollo asado del mediodía.

Lo trinqué y lo dejé en los huesos pelaos sin molestarme en sacarlo de la fuente.

Luego me hice un arroz negro a la marinera: 3 mins. de microondas. De éstos que, aunque comprados, están muy ricos (lo único malo es el boquete en el bolsillo).

En el arroz ya me ha conquistado la abominable cultura accidental: estoy hecho a comerlo con plato y tenedor.

Mientras mascaba, pensé: «Joél, cuando tenga una cena romántica (es decir, pué que nunca) compro 3 destos, hago el birlibirloque con una presentación curiosa, y la entretengo la zona pormenorizándole los secretos de cómo hacer un buen arroz negro…».

Sé que mi glamour, ya de por sí escasito, va a perder muchos puntos al reconocerlo públicamente pero: Es que a mí, como a un lobo solitario, como que cocinar que no… ¿Pa qué hacerlo, con lo divertido ques cazar? Con lo que, de paso, se mantiene uno en forma.

Y ya. Ya he dicho más de lo políticamente correcto.

Armonía de sentidos

La astilla se hace polvo
Y agoniza en un tiempo imperfecto,
que se pierde en un instante tañido de deseo.
El aroma a fruta se almizclera con el sudor
de un acorde suspendido
en la sombra lúgubre y ebria
de virutas de acústica.
Un panal de canela y plata
se agrieta al ínfimo compás
de un latido de guitarra,
susurra silencio… proclama hebras
y sílabas aladas…
Orfebre de cuerdas que equilibran
los sentidos, y
mil partículas de notas
se desgajan al tocarlas.
Tejido de piel a dos manos
en la fiel madera que repica en
el eco de tus labios
al rozarlos un arpegio agudo
e infinitamente disonante.

M Belén

(Imagen de Nikki Smith)

Armonia de sentidos

 

Las estaciones de tren

Mark-Cornick

Las estaciones de tren tienen un poderoso atractivo. Crean un espacio que facilita la introspección.Son sitios catárticos en los que el espacio y el tiempo son modificados constantemente, en los que podemos imaginar fácilmente otra vida, otro lugar.

Voy a coger el próximo tren a donde sea.

Fotografía: Mark Cornick / Texto: Lukas Reig

 

yo y Yo

 

Ignacio-Iglesias-angel-y-demonio

–¿Quién eres?

–Yo soy tu Yo transcendental.

Soy aquél que está siempre detrás de ti –como el ojo lo está detrás de la mirada.

Soy tu “yo pienso”, el hilo invisible que engarza tus pensamientos en una misma consciencia.

Soy, dicen, la causa agente de tu obrar, ––pero esto está muy alejado de lo que te acontece en realidad: tú danzas al son del primer aire que te sopla.

Yo soy una semilla rara y delicada que en el baldío terreno de tu alma –repleta de malas hierbas– jamás florecerá. Soy el destello en tus ojos de una Luz inalcanzable. La distancia inconmensurable que te separa de las estrellas. Soy las Alas que tú echas de menos.

Soy tu quiero y no puedo. Lo mejor de tus sueños. Tus más altas aspiraciones.

Soy la parte más pura y noble de tu ser (aquélla que no te pertenece). Soy tan noble y puro que no existo.

Soy una ilusión: tu ilusión necesaria.

Por la razon de la sinrazon que a mi razon se hace

–Y yo… ¿Quién soy yo?

–Tú, pobre infeliz… eres el desdichado yo de carne y hueso a mí correspondiente. Eres la sombra de una ilusión, la huella de una fantasía —la historia de una Impotencia.

Eres mi fracasado espejo: ese espejo que, en su infructuosa tentativa de reflejarme, se quiebra en millones de añicos de vida; que, al intentar atrapar en sí y para sí mi sublime imagen, se fragmenta en un sinfín de caras, gestos, momentos, recuerdos, pasiones, actitudes, acciones, suposiciones… Eres la reacción de una acción imposible.

Eres un susurro perdido en un enjambre de alaridos (y uno y otros forman parte de ti). Un niño despedazado por una manada de voraces alimañas (y tuyos son el llanto del niño y los afilados colmillos). Un débil hombrecillo maltratado por fuera y por dentro, a la entera merced de las circunstancias. Un llorón al que todo le lastima (lo que le hacen y lo que hace, lo que deja de hacer y lo que le dejan de hacer).

Eres una lucha a muerte contigo mismo –y ambos pereceréis–. Un toro que se embiste a sí mismo, y en cada embestida se deja los cuernos, pierde otro trozo de identidad. Una legión de desalmados “en guerra de todos contra todos” en el desolado desierto de tu alma.

Eres un hatajo de valoraciones, ideales e instintos. Un tropel de sucios y nobles instintos. Una avalancha de buenas y malas intenciones ––una piedra más del infierno.

Eres un montón de carne, huesos y excremento, con una pizca de principium vitae. Eres un pedazo de carne duro y corniforme frenético por acertar en el agujero; eres también ese agujero ansioso de ser acertado.

Eres el sinfondo de una botella de whisky. Un saco roto de vicios. las cuatro patas de una borrachera, y la pesantez de la consiguiente resaca. El mal sueño de una indigestión. La malavida, la malasangre, tu propia perdición: un pozo tapiado.

yo-de-colores-por-el-susto-y-el-mal-rollo

Eres una voz enronquecida por las circunstancias y el humo del tabaco. Eres un viejo de alma chepuda.

Eres barro herido por el aliento divino, monigote a la imagen de Dios, pedorreta del Creador, ángel caído, hijo bastardo de Dios. Eres una acometida a todo lo sagrado. Eres un Pensamiento impuro, un sentimiento prohibido. Eres el revólver que le reventó los sesos a Pepito Grillo.

Yo Harpo Marx

Eres Narciso cuando se desenamoró de sí mismo.

Eres el signo de los significados que los otros atribuyen a ti. Un insignificante puñado de consideraciones ajenas. Un muñeco más. Una peonza que gira desatadamente sobre sí misma, sin fuerzas para frenarse.

Eres una puta preñada de herejías, eres una histérica.

Eres el arrepentimiento que siempre llega tarde.

Eres una malhadada consecuencia de la Ley de Vida. Un jodido efecto de quiénsabequé causas. Un argumento equivocado, una falsa solución. Un punto ficticio del Universo.

Eres una lánguida y romántica estela de llanto. Una maldición del Universo, el resultado de tu orgullo contra la Conjura de los Elementos. Eres un desecho de las Estrellas, el detrito de un Hombre, el desdeño de una Mujer, la burla de un Niño.

yo-introspeccion

Eres Amor y Muerte: Ansiedad. Eres un aullido a la Luna. Sangre de lobo. Eres Autodestrucción indestructible. La espiga, que por más que el viento la echa abajo siempre vuelve a levantarse. Eres una mala salud de hierro, la enfermedad mortal de un inmortal.

Eres los Doce Trabajos de Heracles, el trabajo de Sísifo, el suplicio de Tántalo, el castigo de Prometeo, la cólera roja de Zeus…

Eres el sinsentido de la vida. Eres las ganas de vivir. Eres más chulo que un ocho.

Eres todo esto, y aún eres mucho más.

Eres, en una palabra, un Laberinto. pero, amigo: también eres la salida de ese laberinto.

Yo sonriente

–Dime, por favor, ¿Dónde está la salida?

Soy Yo.

Hola forastero - Yo apuntando con el dedo a la cámara

 

 

Madrid, a Diciembre de 1.990

 

Cuestión de gustos

Comevientos #2

 

Y ahí estaba, encima del tejado con su gesto endurecido y su pétreo cuerpo. Yo lo contemplaba cada mañana, observaba su grotesco rostro, su retorcida figura y ese brillo en su piel al despuntar el alba. Ni siquiera sé en que momento llegó a nuestras vidas.

Me acostumbré a él a los dos meses. Ya no pregunto nada. Sé que los días son míos y las noches suyas. Mi mujer esta encantada, dice que esta gárgola no es tan mala, que le ayuda a evacuar las hojas de las canaletas y en la cama no es tan frío como aparenta.

María Belén Mateos Galán

Fotografía: IGNACIO IGLESIAS