una calle de Venecia.
Estoy hasta las venas de ver,
en un papel blanco,
palabras
que se han desecho del hombre:
hombro, pobreza, hambre,
obrero, destreza, pereza, muerte
y sol. Estoy cansado, y dolido,
muerto de amor
por la belleza;
lleno de agradecimiento
a tanta
como hay en esta tierra,
en algún momento,
en un lugar
de nuestras lenguas.
Demasiado lleno.
Tengo la sensación
de que me pesa
el culto.
Ortega jamás imaginó cabalmente
la calidad de las circunstancias
que nos esperaban con el tiempo;
se habría asustado del todo;
RTV2;
el Orto, un río
como muy viejo
que se desagua en el Mar Negro;
octubre de 1962,
Kennedy,
La Habana, exterminio,
por teléfono.
Continuaría.
Pero prefiero ser correcto.